Para el ser humano la felicidad es tan importante como tener dinero y salud. Pero, ¿en qué consiste? ¿En estar sano y tener un cuerpo envidiable? ¿En las posesiones materiales?
La búsqueda de este estado de bienestar parece ser la gran utopía del hombre contemporáneo, bajo esta premisa el psicoanalista brasilero Jesús Santiago devela algunas de las inquietudes de la actualidad.
Según Santiago "en épocas pasadas se pensaba que la felicidad era el resultado de la experiencia religiosa" y esa experiencia ocurría en la esfera de la vida privada. Pero, luego de la Revolución Francesa, con el advenimiento del Siglo de las Luces, la felicidad se tornó un hecho político. Hablar de felicidad era hablar de calidad de vida, acceso a la educación, a la salud; de tal manera que este concepto sale de la esfera privada y se instala en la vida pública.
Atajos engañosos
No obstante, el traslado de la felicidad a la esfera social acarrea consecuencias importantes en la vida del hombre moderno: surge la urgencia por ser feliz. Y en la necesidad apremiante por alcanzarla, el hombre de hoy se acerca vertiginosamente a una zona de doble filo: confundir felicidad con placer. "Existe el problema, asegura Santiago, de pensar que se puede lograr ser feliz por la vía de un atajo".
Ese atajo es, entre otros, el consumo. "Los grandes centros comerciales se han tornado en una especie de templo actual de la felicidad, la gente imagina que puede obtenerla a través del placer que les pueden proporcionar los objetos", sentencia. Y así acude al ejemplo de un adolescente que se mantiene fiel a la marca que fabrica un objeto porque su felicidad radica en esta simple posesión. "En este punto la felicidad se torna un imperativo, un deber. Y esto es una distorsión. Al confundir felicidad con placer lo que hemos hecho es convertir a nuestra civilización en una civilización hedonista".
Puro placer
Una sociedad excesivamente hedonista genera consecuencias nocivas en la convivencia de los ciudadanos. "Ante la ausencia de ideales y valores que orienten el rumbo de cada persona, el hedonismo se instala y provoca una especie de disolución de los valores que le dan sentido a la vida". Lo que hace que prevalezcan situaciones de desajuste y desorientación de las que surgen consecuencias nefastas, como la delincuencia.
El niño que viene al mundo de hoy en un barrio pobre tiene la misma ansiedad por ser feliz, por poseer bienes, incluso por las marcas, que un niño de clase media o alta. El psicoanalista agrega que además no se puede desconocer la invasión del capitalismo moderno, que ha creado situaciones muchas veces salvajes. "Nuestra época ha `obligado’ al ser humano a ser feliz, y no es posible alcanzar la felicidad como si fuera una obligación".
Explica que Sigmund Freud, en su libro El malestar en la civilización, afirma que nada en la creación ha sido hecho para que un hombre pueda ser feliz. "Todo ocurre al contrario de la intensa voluntad de las personas de ser felices".
Muchas veces en la búsqueda a cualquier precio de esta razón de vida, el ser humano recurre a situaciones desventajosas como, por ejemplo, el uso excesivo de medicamentos. Santiago explica que para aquellas personas que padecen un trastorno mental usar un medicamento es una necesidad. Pero para muchos, ofuscados por la depresión, la ansiedad o la tristeza, usar psicofármacos como, por ejemplo, los antidepresivos es simplemente un abuso.
"Hoy en día el antidepresivo es prescrito por una amplia gama de especialistas, no solamente por los psiquiatras sino también por los médicos generales, los internistas, los ginecólogos, los cardiólogos. Ésta no es la mejor manera de lidiar con el sufrimiento humano: medicalizando la tristeza, medicalizando el mal vivir".
Espejito, espejito
Una situación que se da mucho entre las mujeres es recurrir a las cirugías plásticas porque piensan que al cambiar su imagen van a ser más felices. En opinión de Santiago, si bien existe un campo de la medicina que contempla a la cirugía cosmética como un método quirúrgico correctivo, no es aconsejable considerar que el bienestar de una mujer pueda radicar en esta idea superficial de la belleza. "La belleza es toda una particularidad que no se puede confundir con una imagen generalizada".
En este sentido, la felicidad es una situación que las personas deben aprehender y extraer de su vida como resultado de su propia historia. "No podemos comprar la felicidad en el shopping. La felicidad no es un vestido pret a porter; es un traje a la medida que cada uno debe aprender a diseñar y construir. Y esto lo debe saber transmitir el psicoanalista en su práctica cotidiana", concluye Santiago.
El Dato
Jesús Santiago es un psicoanalista brasilero que participa junto a otros profesionales en el desarrollo, en Belo Horizonte (Brasil), de programas sociales que buscan la aplicación del psicoanálisis en la solución de problemas que padecen personas de escasos recursos, muchas veces víctimas de la violencia y la delincuencia.
Este psiconalista es miembro de la escuela brasilera de Psocoanálisis y de la Asociación mundial de Psocoanálisis. También es profesor de esta especialidad de la Universidad Federal de Minas Gerais. Estuvo en Caracas invitado por la Asociación Caraqueña de Psicoanálisishttp://http://www.nel-amp.org/nel/sedes/nel-caracas/acp.
(Artículo publicado el 22 de enero de 2009 en la Guía de Salud del diario El Nacionalhttp://www.el-nacional.com, Caracas, Venezuela)
La búsqueda de este estado de bienestar parece ser la gran utopía del hombre contemporáneo, bajo esta premisa el psicoanalista brasilero Jesús Santiago devela algunas de las inquietudes de la actualidad.
Según Santiago "en épocas pasadas se pensaba que la felicidad era el resultado de la experiencia religiosa" y esa experiencia ocurría en la esfera de la vida privada. Pero, luego de la Revolución Francesa, con el advenimiento del Siglo de las Luces, la felicidad se tornó un hecho político. Hablar de felicidad era hablar de calidad de vida, acceso a la educación, a la salud; de tal manera que este concepto sale de la esfera privada y se instala en la vida pública.
Atajos engañosos
No obstante, el traslado de la felicidad a la esfera social acarrea consecuencias importantes en la vida del hombre moderno: surge la urgencia por ser feliz. Y en la necesidad apremiante por alcanzarla, el hombre de hoy se acerca vertiginosamente a una zona de doble filo: confundir felicidad con placer. "Existe el problema, asegura Santiago, de pensar que se puede lograr ser feliz por la vía de un atajo".
Ese atajo es, entre otros, el consumo. "Los grandes centros comerciales se han tornado en una especie de templo actual de la felicidad, la gente imagina que puede obtenerla a través del placer que les pueden proporcionar los objetos", sentencia. Y así acude al ejemplo de un adolescente que se mantiene fiel a la marca que fabrica un objeto porque su felicidad radica en esta simple posesión. "En este punto la felicidad se torna un imperativo, un deber. Y esto es una distorsión. Al confundir felicidad con placer lo que hemos hecho es convertir a nuestra civilización en una civilización hedonista".
Puro placer
Una sociedad excesivamente hedonista genera consecuencias nocivas en la convivencia de los ciudadanos. "Ante la ausencia de ideales y valores que orienten el rumbo de cada persona, el hedonismo se instala y provoca una especie de disolución de los valores que le dan sentido a la vida". Lo que hace que prevalezcan situaciones de desajuste y desorientación de las que surgen consecuencias nefastas, como la delincuencia.
El niño que viene al mundo de hoy en un barrio pobre tiene la misma ansiedad por ser feliz, por poseer bienes, incluso por las marcas, que un niño de clase media o alta. El psicoanalista agrega que además no se puede desconocer la invasión del capitalismo moderno, que ha creado situaciones muchas veces salvajes. "Nuestra época ha `obligado’ al ser humano a ser feliz, y no es posible alcanzar la felicidad como si fuera una obligación".
Explica que Sigmund Freud, en su libro El malestar en la civilización, afirma que nada en la creación ha sido hecho para que un hombre pueda ser feliz. "Todo ocurre al contrario de la intensa voluntad de las personas de ser felices".
Muchas veces en la búsqueda a cualquier precio de esta razón de vida, el ser humano recurre a situaciones desventajosas como, por ejemplo, el uso excesivo de medicamentos. Santiago explica que para aquellas personas que padecen un trastorno mental usar un medicamento es una necesidad. Pero para muchos, ofuscados por la depresión, la ansiedad o la tristeza, usar psicofármacos como, por ejemplo, los antidepresivos es simplemente un abuso.
"Hoy en día el antidepresivo es prescrito por una amplia gama de especialistas, no solamente por los psiquiatras sino también por los médicos generales, los internistas, los ginecólogos, los cardiólogos. Ésta no es la mejor manera de lidiar con el sufrimiento humano: medicalizando la tristeza, medicalizando el mal vivir".
Espejito, espejito
Una situación que se da mucho entre las mujeres es recurrir a las cirugías plásticas porque piensan que al cambiar su imagen van a ser más felices. En opinión de Santiago, si bien existe un campo de la medicina que contempla a la cirugía cosmética como un método quirúrgico correctivo, no es aconsejable considerar que el bienestar de una mujer pueda radicar en esta idea superficial de la belleza. "La belleza es toda una particularidad que no se puede confundir con una imagen generalizada".
En este sentido, la felicidad es una situación que las personas deben aprehender y extraer de su vida como resultado de su propia historia. "No podemos comprar la felicidad en el shopping. La felicidad no es un vestido pret a porter; es un traje a la medida que cada uno debe aprender a diseñar y construir. Y esto lo debe saber transmitir el psicoanalista en su práctica cotidiana", concluye Santiago.
El Dato
Jesús Santiago es un psicoanalista brasilero que participa junto a otros profesionales en el desarrollo, en Belo Horizonte (Brasil), de programas sociales que buscan la aplicación del psicoanálisis en la solución de problemas que padecen personas de escasos recursos, muchas veces víctimas de la violencia y la delincuencia.
Este psiconalista es miembro de la escuela brasilera de Psocoanálisis y de la Asociación mundial de Psocoanálisis. También es profesor de esta especialidad de la Universidad Federal de Minas Gerais. Estuvo en Caracas invitado por la Asociación Caraqueña de Psicoanálisishttp://http://www.nel-amp.org/nel/sedes/nel-caracas/acp.
(Artículo publicado el 22 de enero de 2009 en la Guía de Salud del diario El Nacionalhttp://www.el-nacional.com, Caracas, Venezuela)
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