miércoles, 6 de julio de 2011

Bocas del Toro: euforia ecológica en el Caribe panameño

Muy cerca de la ciudad de Panamá, este archipiélago emerge de las fauces del Atlántico para ofrecer al viajero el cómodo disfrute de exóticos paisajes

Mariela Díaz Romero

A 300 millas de la Ciudad de Panamá, en el litoral del Atlántico, el archipiélago Bocas del Toro, con 8.475 kilómetros de extensión, se desparrama en medio del océano como si de pronto el dios Baco hubiese decidido verter su cornucopia cargada de jugosas uvas.
Quienes pone un pie en este territorio siente de inmediato la sensación de relax y distendimiento. Aquí la sensación es la de estar en medio de una gran vorágine de naturaleza inexplorada, incontaminada por las formas civilizatorias del hombre.
En esta región reinan los mares tranquilos, con playas de arenas doradas y blancas; grandes áreas selváticas y bosques majestuosos que han servido de refugio para una gran cantidad de aves y mamíferos, así como también a más de 200 especies de peces tropicales, aparte de ser el hogar del manatí.
El archipiélago también está coronado por una impresionante plataforma coralínea, que es sencillamente un paraíso para los amantes del buceo y del snorkeling.

Vestigios en una ciudad de sal y mar. El principal asentamiento poblado de Bocas del Toro, que se denomina de la misma manera que el archipiélago, situado en la Isla de Colón, es una pequeña ciudad con casas construídas a orillas del mar. Están techadas con zinc de colores rojos y negros que le dan un aspecto amigable y festivo.
Sus pobladores, en su mayoría indígenas y afrodescendientes, se dedican a cultivar el banano o a la pesca de mariscos, tortugas, ostiones y almejas, especies que abundan en la zona.
La historia de Bocas del Toro se remonta a inicios del siglo XX, cuando la United Fruit Company realizaba la explotación de bananas y se erigió como dueña de una buena parte de la isla. Aún hoy en día se encuentra en pie parte de la arquitectura que da testimonio de aquellos años. En el viejo edificio administrativo funciona el Hotel Bahía, y en Cayo Solarte se encuentra el centro hospitalario Punta Hospital, construido por la United Fruit Company. El muelle frente al Hotel Bahía era el embarcadero de la empresa, y por los alrededores se encuentran casas que pertenecieron a sus empleados.
Tres divisiones administrativas conforman el archipiélago: Changuinola, Bocas del Toro y Chiriquí Grande.
Para tener una idea de la división territorial de la zona hay que tomar en cuenta que el distrito de Bocas del Toro suma 332 lugares poblados; Chiriquí Grande, 300 poblados y el distrito de Changuinola, 186.
En uno de los extremos se encuentra el punto del archipiélago más cercano a tierra firme: Boca del Drago. El viajero podrá deleitarse con pequeñas playas de arenas blancas y senderos arbolados. Enfrente, en pleno mar abierto, vale la pena llegar a Cayo Cisne, también conocido como Isla de los Pájaros: meca de observadores de aves donde se avizora el Rabijunco Piquirrojo, una rareza del reino animal.
En la carretera que conduce a Boca del Drago es posible visitar una caverna de murciélagos, pero si no le atraen estos mamíferos siga hasta Colonia Santeña, donde se han asentado pequeños ganaderos y se construyó la Gruta de la Virgen.
En esta misma zona, se recomienda no dejar de asolearse en playa Bluff, que con sus arenas doradas y sus fuertes olas es un paraíso para los surfistas. A sus orillas llegan también las tortugas para anidar.
Mimitimbi y Big Baight son dos bosques en los que habitan osos perezosos, monos, conejos e iguanas, lo que podría agregar más adrenalina a esta diversión que no es exclusivamente marina.
Dada su riqueza paisajística y su diversidad de flora y fauna, el gobierno panameño fundó en esta región el primer parque nacional marino llamado Isla Bastimentos, con más de 13.000 hectáreas. Está conformado por los bosques de la isla homónima, los cayos Zapatillas y las islas de manglar al sur de Bastimentos, además de Playa Larga, al norte.
Si bien Playa Larga se caracteriza por su paisaje de naturaleza virgen, adonde llegan a anidar también las tortugas entre abril y octubre, Cayos Zapatillas es un oasis de tranquilidad.
Al interior de Isla Bastimentos se puede hacer una caminata y visitar una laguna de agua dulce, o pasear en bote por los manglares. También aquí habita la comunidad indígena de los guaymí. Uno de los imperdibles de Isla Bastimentos es playa Rana Roja, la única en el mundo donde vive este animalito de color rojo escarlata con manchas negras, que con su canto
llama a las personas que caminan en el bosque tropical lluvioso.
A unos 300 metros del cayo mayor de las islas Zapatillas se consiguen las mejores formaciones coralíneas, en una zona llamada Islas del Coral. A una profundidad máxima de 6 metros, los amantes del buceo y del snorkeling encontrarán vistas submarinas de ensueño, así como se toparán con ejemplares como pargos, peces ángel, meros, peces loros, peces mariposa, cangrejos, morenas y langostas, entre otras especies.
En Cayo San Cristóbal, otro de los islotes de Bocas del Toro, se encuentra el Faro de San Cristóbal. Debe su nombre a una enorme boya luminosa que ilumina la travesía de los barcos que transitan esta parte del Atlántico. Muy cerca, Bocatorito, laberinto de manglares, seduce al viajero con su belleza y la posibilidad de avistar delfines.
La gran cantidad de ecosistemas que confluyen en Bocas del Toro sugiere la riqueza de su diversidad. Desde los manglares, los arrecifes de coral, la pradera de hierbas marinas hasta los pantanos, ríos, lagunas y bosques garantizan al viajero un encuentro pleno con la naturaleza insólita del Caribe panameño.

RECUADRO
Cómo llegar
Más información: http://www.flyairpanama.com.
Desde Ciudad de Panamá o David, vía carretera, se llega al puerto de Chiriquí Grande, y desde allí salen taxis acuáticos o ferrys hasta Bocas del Toro.

Gastronomía bocatoreña
Degustar los platos típicos de esta zona es acercarse al corazón de su gente. No deje de probar el bacalao con akke, el arroz con coco, el pescado relleno o un suculento caldo llamado fufu. También son favoritas las Patty, empanadas asadas de carne molida; el Plantin tat, de plátano maduro, y las torrejitas de bacalao. Como postre mandan los dulces de yuca, el “pie” de piña o de pasas y los helados caseros.

Mayor información:
http://www.bocas.com
http://www.deviajes.es/rutas/BOCAS_DEL_TORO_1.html
http://www.panamainfo.com

Literatura venezolana de exportación




Los escritores nacionales están de buenas, muchos de ellos han logrado el éxito al conseguir nuevos lectores, publicar en prestigiosas editoriales y estar hoy en día expandiendo su área de acción al circuito internacional


Mariela Díaz Romero

Es posible afirmar que los escritores venezolanos están teniendo éxito; han tenido la fortuna de ver sus libros publicados en editoriales extranjeras de renombre internacional que tienen sucursales en buena parte de América Latina y en particular en Venezuela. Alfaguara, Alfa Editorial, Páginas de Espuma, Periferica o Lengua de Trapo han incorporado a su catálogo de autores a escritores venezolanos de recientes generaciones. Además de los ya renombrados, como Eugenio Montejo, Rómulo Gallegos o Rafael Cadenas, los más jóvenes han recibido un impulso realmente beneficioso, porque se han acercado a un público que, de otra manera, no los habría conocido.

He aquí la opinión de tres escritores venezolanos contemporáneos, que han tenido éxito porque sus libros han sido promocionados dentro y fuera del país, con lo que han cautivado a la crítica especializada y a los lectores.

Centeno: lectores dilatados

Israel Centeno es autor de diversas obras de ficción, algunas de las más conocidas son Calletania, reeditada en 2008 por la española Periferica; al igual que Hilo de Cometa e Iniciaciones. El libro más reciente de Centeno, Bajo las Hojas, editada por Alfaguara, fue finalista del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos.

Periferica se ha propuesto reeditar la obra de Centeno ya aparecida en Venezuela. El autor es considerado por esta casa editorial como “uno de los autores más seguidos y respetados de Latinoamérica”. Sin embargo, parece que a Centeno no se le suben los humos a la cabeza, si bien otorga gran peso a contar con una amplia lectoría expresa: “Cada autor responde al interés lector de la veta estética –formal– que trabaja”.

Muchas veces ganar seguidores no es cuestión de números, sino de la calidad de una obra que se va haciendo más universal, y se adueña de un puño de lectores que si bien pueden ser pocos, “se han dilatado en otros paisajes”, explicó Centeno.

Al estar inmersos en otros entornos –señala el autor–, tendrán una visión “del artefacto literario y de la historia que has contado, matizada por una perspectiva cultural diferente”.

Este escritor considera que cualquiera autor desea tener una amplia lectoría, “pero cada quién debería estar consciente cuán amplia puede llegar a ser”, eso dependerá de lo que se haya propuesto con su proyecto expresivo. A su juicio ganar lectores “va a depender, más allá del aspecto promocional, de la exigencia de la estética, de la voz y de las estructuras formales donde se planteen las historias contadas”.

Méndez: ganando lo desconocido

Juan Carlos Méndez Guédez nació en Barquisimeto en 1967; desde hace más de una década se residenció en España, donde obtuvo un doctorado en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Salamanca. Ha escrito cerca de 10 novelas, algunas de ellas son Tal vez la lluvia; Hasta luego, míster Salinger, Una tarde con campanas (2004). El libro de Esther es uno de los libros más conocidos de Méndez Guédez. Fue publicado por primera vez en 1999 por la editorial madrileña Lengua de Trapo.

Este año la visita de Juan Carlos Méndez Guédez a Caracas con motivo de la reedición de El libro de Esther a cargo de la cooperativa editorial Lugar Común, del sello R.E.Lectura, fue un acontecimiento cultural reseñado ampliamente en las páginas culturales de los periódicos del país.

Es considerado una de las voces narrativas más auténticas de las jóvenes generaciones de escritores venezolanos que ha alcanzado notoriedad allende las fronteras. A su juicio haber publicado fuera de Venezuela lo ha hecho ganar lectores “que nunca habría tenido”. Afirma que muchos de esos españoles que se han paseado por sus novelas probablemente jamás habrían tenido la oportunidad de hacerlo. Asimismo, considera que buena parte de la investigación literaria que se hace sobre su narrativa (en países como Bélgica, Italia, Suiza, Estados Unidos, Francia, Croacia y en la propia España) quizás no habría sido posible si sus títulos no estuviesen en un catálogo ibérico.

Sobre la importancia que puede tener para un escritor gozar de una amplia lectoría, opina: “Supongo que debe ser maravilloso tener muchos lectores. Millones de ellos. Como no he llegado a ese punto, los que tengo los cuido de la mejor manera que sé: escribiendo los libros que llevo dentro y que tienen mis más hondas torpezas y perplejidades”.

A pesar de su notoriedad, Juan Carlos Méndez Guédez habla de sus logros con naturalidad y sin engreimientos. Refiere que ganar lectores –medida del éxito- depende de la honestidad y la coherencia con la que el escritor asume su oficio. “El escritor escribe su obra con la mayor dedicación posible y procura que cada libro sea exactamente el libro que él desea escribir. Eso va configurando un ambiente favorable para que en cada publicación sus lectores de siempre continúen siguiéndolo. Y para que estos mismos lectores sean capaces de atraer a otros”.

Chirinos: la fuerza de los esfuerzos individuales

Juan Carlos Chirinos es oriundo de Valera, estado Trujillo, nació en el 67, y es autor de varios libros de relatos como Leerse los gatos y Homero haciendo zapping. Su ópera prima, El niño malo cuenta hasta cien y se retira, fue editada por la editorial madrileña Escalera, en 2010; cuenta con una versión Ebook. Para la editorial colombiana Norma ha escrito varios libros que han conjugado la ficción con la investigación histórica, como Miranda un nómada sentimental, Cartas probables para Hann y El vivo anhelo de conocer. Los dos primeros trabajos están agotados y el último mencionado es según Norma uno de los “más vendidos”.

Juan Carlos Chirinos aprecia el tema desde una óptica un poco más política, según la cual las dificultades que puede encontrar un escritor venezolano en difundir su obra fuera del país tienen que ver más con una ausencia de políticas culturales del Estado para impulsar la creación de sus jóvenes talentos.

Si bien es cierto –explica Chirinos– que muchos escritores venezolanos han logrado llamar la atención de lectores y de editores se debe en muchos casos a esfuerzos individuales que al concierto de un Estado, enfocado en promocionar y difundir a sus escritores.

“Si el estado venezolano otorgara ayudas a las editoriales extrajeras para publicar y traducir su literatura, seguramente aparecerían más editoriales interesadas en publicar libros de venezolanos. Porque está sobradamente probado que la literatura venezolana gusta en el extranjero”. Y en este particular, Chirinos menciona a autores como José Balza, Alberto Barrera Tyszka y Rafael Cadenas, entre otros, que sí viven en Venezuela y pertenecen a una generación anterior a la suya, y que gozan del respeto de lectores y editoriales. Considera que los venezolanos son altamente apreciados por la crítica; solo falta que las editoriales encuentren el lado ‘comercial’ del producto, para que los lectores tengan fácil acceso a él y puedan comparar y juzgar”.

Marcalibros

-Si no consigue los libros de estos autores en los anaqueles de las librerías venezolanas, a través de librerías on line es posible encontrar la mayoría de los trabajos de estos autores. Visite www.casadellibro.com, www.fnac.es y www.norma.com.

(Artículo publicado en Aserca Report 26 y SBA Report 16).