viernes, 28 de septiembre de 2012

Conquistadora por naturaleza


La mujer profesional ha conquistado paulatinamente escalas de poder
Trazar el perfil de la mujer ejecutiva venezolana podría ser un desafío tal como son las  múltiples implicaciones que el desarrollo profesional en los negocios ha significado, y significa, para las mujeres en cualquier ámbito geográfico. Si bien, la mujer profesional venezolana ha ido conquistando mayores escalas de poder como ejecutiva de alto nivel en los últimos 20 años, esto no ha estado exento de dificultades ni de sacrificios para ella. 
Celina Behrensen en su artículo “Mujer Ejecutiva: Un desafío, una propuesta real en estos tiempos”, publicado en el site www.degerencia.com, explica que tradicionalmente la mujer fue “preparada biológicamente y psicológicamente para ser madre, esposa, cuidar y organizar las tareas domésticas. A través del tiempo fue adaptándose y preparándose para ser aquella capaz de resolver los numerosos problemas del hogar, las carencias, el presupuesto, atender a su esposo y sus problemas del trabajo, criar a sus niños, elegir su educación, cuidar y velar de ellos como la mejor enfermera”. De allí que no han sido pocos los paradigmas que ha debido derribar la mujer en su ruta hacia el desarrollo de sus competencias profesionales.
En este sentido, el crecimiento de la mujer gerente en Venezuela es un fenómeno reciente, tal como lo afirma Solange Mosello, psicóloga, magister en Docencia para la Educación Superior y profesora de la Universidad Experimental Rafael María Baralt (Unermb), en su trabajo “La conciencia de éxito en la mujer gerente venezolana”, publicado en 2003 en la Revista de Ciencias Sociales de la Unermb. Aunque el liderazgo femenino ha ido demostrando paulatinamente su eficacia en los negocios y en la conducción de empresas y corporaciones, “menos de un tercio de la fuerza de trabajo ubicada en el grupo de gerentes, directores y administradores está integrado por mujeres”, explica Mosello.
Una de las primeras limitaciones con las que se consiguen las mujeres en el desarrollo de sus carreras ejecutivas es el síndrome del “techo de cristal”, según el cual ellas perciben que sus posibilidades de ascenso se cierran o son más limitadas que las posibilidades de sus pares hombres, debido a su condición de mujer. Según Patricia Márquez Otero, investigadora del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), en su estudio “La mujer gerente en Venezuela piensa como un hombre, actúa como una dama, trabaja como un burro”, al revisar la literatura sobre el tema de la mujer gerente en Estados Unidos se ha encontrado con que las féminas gerentes “tienen características que las distinguen claramente de sus colegas masculinos, y que las colocan en una posición de desventaja. Esto se refiere no solamente al ‘techo de vidrio’, sino a niveles de salario y a la posibilidad misma de ser contratadas, en contraste con los hombres”.
 
Estas situaciones se ven respaldadas por la existencia de estereotipos en torno del rol social y profesional de la mujer según los cuales su ámbito “natural” de acción se circunscribe al hogar, a la vida familiar, al cuidado de los miembros de su familia y la maternidad, lo que incide en el lento avance de la fémina en el desarrollo de su carrera. Asimismo, los estereotipos la alcanzan también cuando se considera que las mujeres no están capacitadas para desarrollarse en áreas tradicionalmente denominadas como “duras”, es decir, finanzas, tecnología u operaciones, lo que de algún modo las ha circunscrito, aunque no de manea exclusiva, a ciertos ámbitos, como por ejemplo recursos humanos, educación o comunicación corporativa.
Aunque son claras y notorias las diferencias entre el liderazgo femenino y masculino, en muchas ocasiones se suele identificar la imagen del gerente con una ética masculina. Así lo explica Patricia Márquez Otero cuando señala que en 1977, Rosabeth Kanter identificó el fenómeno en su libro Men and Women of the Corporation. “Si bien es cierto que en el contexto organizacional global se empiezan a celebrar cualidades tradicionalmente asociadas a lo femenino, como la ‘inteligencia emocional’ y el ‘liderazgo compartido’, la imagen del gerente en países como Venezuela sigue dominada por lo que Kanter denomina una ética masculina, que equipara las características generalmente atribuidas al hombre con la gerencia efectiva: una actitud decidida para resolver problemas, habilidades analíticas para producir planes, una capacidad para poner de lado el plano personal, y una aparente superioridad cognitiva en la resolución de problemas y toma de decisiones”, puntualizó Márquez.
Muchos de estos estereotipos, valga apuntarlo, han sido interiorizados por las profesionales que se enfrentan al reto de desenvolverse en organizaciones con estructuras rígidas y actitudes inflexibles, que llevan a “masculinizar” el liderazgo femenino; a la necesidad de hacer mayores renuncias personales que sus pares masculinos para alcanzar la notoriedad que desean, e incluso a pensamientos limitantes (o lo que también se denomina como el “piso engomado”) que merman su automotivación y la capacidad de confiar en sí mismas y en su poder para cambiar su realidad y trastocar incluso la acriticidad acerca de esta situación.
No todo está perdido
El hecho de que las referencias de éxito hayan cambiado para las mujeres, y claro está también para la mujer venezolana, ha implicado que la mujer gerente se sensibilice acerca de la posibilidad de cambiar sus condiciones y de conquistar plenamente el ámbito laboral como sus colegas masculinos. Celina Behrensen considera que en muchas empresas en crisis el liderazgo femenino podría incidir en su recuperación y avance. “La mujer líder tiene capacidad para motivar y debido a su capacidad de convocatoria estimular la participación y la autoestima Diferentes estudios constataron que la mujer concibe al liderazgo como un medio de transformación hacia sus subordinados, aplica sus habilidades por las relaciones interpersonales y motivacionales para transformar el interés individualista por un interés colectivo guiado hacia la empresa como totalidad”, explicó.
Bibiana Cortázar Ramírez, coaching personal y empresarial, radicada en la Bogotá, Colombia, narró que sin duda la mujer ha entrado al mercado trabajo laboral con un potencial enorme. Considera que el liderazgo femenino implica efectividad porque la mujer se ha destacado por poseer competencias diferenciales que aquilatan sus habilidades en cuanto a su capacidad relacional, de empatía, de establecer vínculos estrechos; su inteligencia emocional, lo que hace que su rol sea observado y apreciado de forma muy diferente. En los últimos años son cada vez más frecuentes las mujeres gerentes de toda la región latinoamericana, además de Colombia, que solicitan su visión como coaching porque están buscando un equilibrio entre su desenvolvimiento profesional y el desarrollo pleno de su vida personal. En muchas ocasiones, Cortázar ha encontrado a una mujer profesional que es referente de éxito en el mundo ─por todo lo que ha alcanzado: reconocimiento, altos estándares de salario, esferas de poder, entre otros─, y que además está buscando tomar el control de sus emociones y el balance conveniente entre sus responsabilidades y sus satisfacciones personales.
María Ignacia Arcaya, vicepresidenta de Responsabilidad Social Empresarial de la Organización Diego Cisneros, y quien formó parte del panel de expositoras del Foro Mujer Líder y Gerente, celebrado en mayo de 2012 y organizado por Asemaster, es un buen ejemplo de esto. Con casi 15 años de trabajo en la ODC, Arcaya explicó que esta organización le brindó la posibilidad de crecer profesionalmente cuando estaba en Miami, Estados Unidos, y se había desempeñado en la elaboración de un estudio sobre la televisión educativa para la ODC, cuyo principal negocio es la televisión. Luego, se trasladó a Venezuela cuando le propusieron conciliar la visión de RSE de la empresa con los negocios. Graduada en Educación, casada y con dos hijas, Arcaya explica que sin la visión de los líderes de la ODC habría sido más difícil para ella evolucionar como ejecutiva de alto perfil. Considera que el hecho de que la ODC sea una empresa familiar, propiedad de la familia Cisneros, incide en la apertura y flexibilidad con la que contado para conciliar su vida familiar y sus labores como vicepresidenta de Responsabilidad Social Empresarial. Tanto en su primer embarazo como en el segundo, encontró el apoyo para dedicarse a la crianza de sus hijas y conciliar las exigencias de su puesto. En este sentido, explicó que la empresa le dio, por ejemplo, flexibilidad en el horario, y luego del nacimiento de su segunda hija pudo trabajar desde su casa temporalmente hasta que pudo reincorporarse a la oficina
Carmen Beatriz Fernández, directora de DataStrategia, quien también participó en el foro de Asemaster, considera que en cuanto al ámbito político, “ser mujer es hoy una ventaja competitiva: la diferenciación es un activo”. Fernández afirma que ser mujer facilita una mejor transmisión de mensajes emocionales, así como goza de una mayor credibilidad en temas sociales y es capaz de defender mejor argumentos contra la violencia. Implica también “ser mejor percibida en valores fundamentales de la política del siglo XXI, como son la empatía, la cercanía y la capacidad de reconciliación. Valores políticos con gran demanda en la Venezuela contemporánea”. Refirió que una de las tareas pendientes, y en las que se deben profundizar, a pesar de los avances, es el equilibrio en las tareas de la vida familiar y profesional. No obstante ─refirió─ cada vez más se demuestra que las organizaciones que incorporan a mujeres en los más altos cargos son más competitivas. “Las corporaciones en donde existen al menos tres mujeres en su junta directiva son más rentables que las que no lo hacían. Existe evidencia de que el trabajo en conjunto entre hombres y mujeres aporta variables distintas y complementarias en el análisis, y hace el pensamiento más creativo, lo que favorece a la innovación. Por todo ello, la incorporación de las mujeres a los más altos niveles de las organizaciones corporativas y políticas vendrá. Y pronto”, sentenció Fernández.

Si bien la mujer ejecutiva venezolana ha encontrado múltiples obstáculos y retos para desarrollar su potencial, cada vez más existe apertura a que el liderazgo femenino sea reconocido y valorado dentro de las organizaciones. La mujer venezolana ha demostrado compromiso, dedicación y alta capacitación, pero aún quedan tareas pendientes como el equilibrio en su vida personal y desmarcar el liderazgo de la masculinización para lograr un disfrute pleno del éxito que ha sabido alcanzar.