La Abadía Benedictina de San José cumplió, en septiembre de 2011, 22 años cultivando los preceptos de una tradición religiosa que tiene más de 1.500 años
Mariela Díaz Romero
En abril de 1923 llegaron a Venezuela desde la región de Baviera, al sur de Alemania, el primer grupo de padres y hermanos benedictinos de la congregación de Santa Otilia, procedentes de la archiabadía del mismo nombre para atender el llamado del padre Santiago Machado, que ya en esos años había notado en Caracas la proliferación de niños de la calle. Guiados por el ideal misionero que se resume en el lema “Por dentro monje, por fuera apóstol”, los religiosos desde aquel momento se instalaron en la zona de San José del Avila, en la capital venezolana, para iniciar una labor social y educativa que se prolongó en esa zona por más de cuatro décadas. Allí, al pie del monte Avila, aledaña a la avenida Baralt, los monjes construyeron poco a poco su primera iglesia y se encargaron de la escuela donde además de la educación formal dieron a los niños formación cristiana y les enseñaron oficios.
Antes de esto, ya existía una edificación que había levantado el padre Machado y allí con la ayuda de los benedictinos, su empuje y dedicación, se hizo una segunda planta y se amplío el colegio. Luego se completó con una cancha deportiva y una piscina. Los religiosos instauraron también, con ayuda de otras instituciones como la iglesia alemana, pequeñas escuelas a las que iban los hijos de muchas mujeres que habitaban por la zona y que no tenían a quien confiar a sus hijos mientras ellas trabajaban. En estas escuelitas ─según el Hermano Jesús María─ los niños eran atendidos por muchachos y muchachas de la parroquia que, además de cuidarlos, les enseñaban las primeras letras, y recibían las primeras nociones de vida cristiana.
“Con el boom del petróleo, en la década de los 40. 50, 60 y 70, y con la construcción de nuevas calles y avenidas, Caracas dejó de ser el ambiente propicio para una abadía porque en líneas generales nuestra tradición es establecernos fuera de las poblaciones”, explicó el religioso. Luego de conversar con el Cardenal José Alí Lebrún para transferir las responsabilidades de la escuela de San José del Avila a la Arquidiócesis de Caracas, los monjes de la Orden de San Benito de Nursia decidieron partir y buscar un lugar que fuese mucho más apropiado para “vivir con mayor fidelidad los valores y las exigencias de la vida benedictina”. Así empezó la búsqueda de ese lugar especial. “Vimos 28 lugares y Guigue fue el número 29”, dijo el benedictino. Luego de tres años y medio, la Abadía estuvo concluida y los monjes pudieron trasladarse. El 22 de septiembre de 1990 se realizó la bendición y consagración de la abadía, “comenzando para los hermanos otilienses una nueva etapa de su presencia en Venezuela”.
Vida monacal
La sentencia latina “Ora et labora” (Reza y trabaja) resume los principios de la vida que estos religiosos llevan en el monasterio. A diferencia de otras órdenes religiosas, para los benedictinos es muy importante vivir en la abadía los cinco principios que rigen su razón de ser: vida de comunidad; soledad y silencio; oración y “lectio divina” (oración personal); trabajo y compromiso de estabilidad, conversión y obediencia
No obstante, el hermano Jesús María advierte que “ellos no son ángeles que van volando y no comen”. Al contrario, cuando estaban buscando el lugar idóneo para trasladarse tenían la exigencia de dar con un sitio tranquilo y apartado pero bien comunicado. Los monjes que se levantan de lunes a domingo, a las 5:00 am, realizan cada día una rutina invariable que inicia a las 5:30 am con los maitines (oficio de lectura), continua con una oración personal, sigue el desayuno a las 7:00 am. De lunes a sábado se inician las actividades a las 8:00 am, mientras que el domingo comulgan a las 10 am. Al mediodía realizan una oración, almuerzan a las 12:15 pm, y de lunes a sábado el trabajo se retoma a las 2:00 pm. Asimismo, se comulga a las 6:00 pm, y a las 6:45 se hacen las vísperas u oración de la tarde. El domingo las vísperas es a las 6:00 pm. A las 7:10 pm toman la cena, luego un receso, para culminar el día a las 8:15 pm con la oración de la noche o “completas”. Los huéspedes se adaptan al ritmo de los benedictinos en las horas de comida y de oración. Y también se les pide mantener el ambiente de silencio, sosiego y recogimiento que impera en la abadía. No obstante, esta condición no es nada difícil de cumplir porque todo en este lugar ha sido deliberadamente realizado para que esto se cumpla.
Una abadía, un premio
El camino que lleva a la Abadía Benedictina de Guigue es una larga subida, flanqueada de casas en su mayoría humildes en medio de una vegetación espesa y florida. La llegada al monasterio puede pasar inadvertida, porque tan solo un letrero la anuncia. Nada anuncia su imponente presencia. Pero al traspasar el estacionamiento y caminar hasta el interior del monasterio y de la iglesia abacial, el cambio es notable, porque en medio de aquella naturaleza y bajo el sol inclemente surge esta abadía que luego de su construcción obtuvo el Premio Nacional de Arquitectura. Jesús Tenreiro Degwitz encabezó el equipo de arquitectura que supo interpretar aquello que los monjes deseaban realizar. Un lugar de paz, sin muchos adornos, de fácil mantenimiento, y que contara con las condiciones necesarias para vivir de acuerdo a sus preceptos. Así, el arquitecto ideó una abadía de corte posmoderno, de líneas simples, de obra limpia, con la grata presencia de la madera y del ladrillo y el uso permanente de la luz natural a través de grandes ventanales. Asimismo se aprovechó la vista que el lugar tiene del lago de Valencialago de Valencia, fácilmente observable desde las celdas de los monjes. La iglesia abacial es relativamente pequeña lo que propicia un ambiente de intimidad. Aquí la naturaleza actúa en total confabulación para lograr la difícil tarea del silencio y el recogimiento, dos situaciones ajenas al ciudadano urbano contemporáneo.
Cómo llegar y cómo informarse
Desde Caracas, se toma la Autopista Regional del Centro. Antes de llegar a Valencia, seguir la vía hacia Guigue-Flor Amarillo, después de Guacara. Antes de llegar al pueblo de Guigue, estar pendiente de un aviso a mano derecha que anuncia una larga subida hacia la Abadía Benedictina.
Para información en general, comunicarse por los teléfonos 0245 + 341 1032 y 341 1816.
Dirección postal: Abadía Benedictina de San José. Apartado: 3662. El Trigal. Valencia 2002A. Estado Carabobo, Venezuela.
Blog: http://siexdeusuntbenedictinosvenezuela.blogspot.com
Facebook: Abadía Benedictina San José
Twitter: @Benedictinovzla
Información vocacional: deumuuaerit@gmail.com (Hermano Leandro Posadas)
Cifras
20 personas son la cantidad de huéspedes que puede albergar el monasterio, que cada año ofrece más de 20 retiros espirituales
99% de los huéspedes según el hermano Jesús María suele regresar a la abadía luego de haber experimentado un fin de semana con los benedictinos
(Publicado en Ultimas Noticias, septiembre de 2011)
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