jueves, 8 de septiembre de 2011

Mujeres creadoras


OLIVIA LIENDO

Recientemente terminé de leer dos libros sobre mujeres excepcionales, escritos, a su vez, por féminas con voces contundentes: Historias de mujeres de Rosa Montero (Editorial Punto de Lectura) y Miyó Vestrini de Mariela Díaz (BibliotecaBiográfica Venezolana de El Nacional).

Se ha dicho que el avance de los blogs sobre los medios tradicionales de comunicación tiene que ver con el hecho de que los lectores están cansados de las visiones asépticas y “objetivas” de los hechos, mientras que en Internet se escribe desde y por las pasiones. Muchas veces esto es cierto. Estos libros, sin embargo, me conectaron nuevamente con el papel de las mujeres periodistas en la sociedad. Apelando a aquello de que las mujeres tenemos un tipo distinto de sensibilidad, hay quienes no temen exhibirla sin desparpajos en sus creaciones y la capitalizan.

En la deliciosa narración de Montero, periodista y psicóloga con más de tres décadas en El País de España, abundan los adjetivos, partículas verbales consideradas pecados materiales de la academia. No los oculta, e incluso a veces pareciera que los exagera. Luego de una extensa investigación, Montero nos lleva de la mano a través de su propia visión de los hechos y uno, como lector que confía en su criterio, se deja llevar en esa vorágine de relatos en ebullición. Recurre, por ejemplo, a palabras como “majaraderías” cuando describe etapas en la historia de algunos de los personajes que retrata: Agatha Christie, Simona de Beauvoir, Alma Mahler, George Sand, Frida Kahlo. Y nunca esconde su entusiasmo. Dice la escritora: “Si termino aquí y ahora es por cansancio personal y porque llevo demasiado tiempo viviendo con ellas, hasta el punto de haber desarrollado una especie de obsesión patrimonial con mis mujeres que me hace indignante, por ejemplo, si veo una tonta película sobre Agatha Christie en la que Vanesa Redgrave, la actriz que encarna la escritora, dice en una escena que no sabe nadar: con lo bien que nadaba Christie, con lo que le gustaba, pero serán brutos, me digo muy ofendida (…) Haciendo esta serie he advertido con más claridad que nunca que cada vida es una aventura, una desviación de las limitaciones de lo correcto. Quizá sea eso, en definitiva, lo más importante que he aprendido: que la normalidad es lo que no existe”.

El libro sobre Miyó Vestrini, por otra parte, me hizo pensar en por qué los textos periodísticos de la escritora no se leen como cátedra en las escuelas de comunicación. Estoy segura de que aprenderíamos mucho sobre cómo se seduce a un lector, sin ser complacientes con la fuente. Pionera en el periodismo cultural, Vestrini acompañó a Isaac Chocrón por seis meses para escribir Isaac Chocrón frente al espejo, mucho antes de la popularidad de los relatos biográficos. Su voz, su firma, contaba y contó por muchos años en el país. Hizo cosas distintas, probó tonos diferentes, se entregó y se comprometió. Porque el periodismo, como el arte, se origina en el estar comprometidos. Al parecer, Adriano González León, dijo sobre ella: “Hay una mujer, una poeta que tú debes conocer, tiene el frenesí, la pasión, la iracundia y la ternura, una persona en pleno estado de guerra, de protesta, aislada y al mismo tiempo sentimental”. Mientras Luis Alberto Crespo, con quien trabajó en el Papel Literario, le declaró a Mariela: “(Miyó) hizo del periodismo una escarbadura, lo puso patas arriba.

(...) Ella podía incendiar un país con un solo gesto de hipocresía descubierto”. Dice el libro que Vestrini se enfrentaba al periodismo con el mismo arrojo y dedicación que le daba a la poesía. Quizás allí radica el secreto.

(Artículo publicado en el blog En el interín, por Olivia Liendo, en El Nacional, el 26 de agosto de 2008)

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