viernes, 6 de mayo de 2011

Mérida de trigo y frailejón





La ciudad de los caballeros ofrece siempre gratas sorpresas para sus visitantes. Muchas son las opciones por conocer, pero en esta oportunidad vale la pena tomar en cuenta cuatro alternativas de ganador: Jají, Los Nevados, la Laguna Negra y San Rafael de Mucuchíes. Sus peculiaridades colmarán de calidez los pasos que trajinan estas frías tierras

Mariela Díaz Romero



Cuenta una leyenda que Caribay, “el genio de los bosques aromáticos, primera mujer entre los indios mirripuyes”, se quedó prendada de cinco enormes águilas blancas, “cuyos cuerpos resplandecientes producían sombras errantes sobre los cerros y montañas”.
Era tal su fascinación que corrió detrás de ellas. Imploró a los dioses que la arroparan con el raro pelaje de estas aves antes que ellas se posaran —para siempre— en el punto más alto de unos riscos desnudos.
La petición de Caribay no fue cumplida, porque las águilas son las perpetuas cumbres nevadas que custodian el cielo andino venezolano. Así lo relata la tradición indígena que el escritor merideño Tulio Febres Cordero narró en "Cinco águilas blancas".
Si usted aún no conoce alguna de las cumbres nevadas en la región andina, debe hacerlo pronto. O al menos divisar lo que queda de estas nieves perpetuas. Según estudios de la Universidad de los Andes gran parte de estos hielos perennes, dentro de 10 años, desaparecerán.


Tres sierras de los Andes atraviesan el estado Mérida: la Nevada, Santo Domingo y Norte o más conocida como La Culata. El monte más alto de la Sierra Nevada es el pico Bolívar, con 5.007 m.s.n.m, que lo convierte además en el más alto del país.


Otros de importancia en la sierra Nevada son el Humboldt (4.942 m), La Concha (4.992 m), Bonpland d (4.883 m); Del León (4.740 m) y la Silla del Toro (4.775 m); Mucuñuque (4.672 m) corona la sierra de Santo Domingo.


Uno de los lugares más atractivos antes de arribar al estado Mérida (si viene por la carretera Trasandina) es el pico El Aguila (4.007 m), que a pesar de su nombre representa un cóndor.
Sus 4° grados centígrados (de temperatura media diaria) se hacen sentir apenas el viajero desciende del vehículo, para acercarse al monumento con forma de cóndor.



Para los precavidos el recorrido a la intemperie suele ser corto, ya que es posible instalarse en un restaurante vecino a sorber chocolate caliente; miche andino, licor típico de la zona elaborado a base de hinojo; o calentaito, licor típico que lleva miel, frailejón así como 27 especies distintas (entre ellas anís, guayabita, clavito, nuez moscada y manzanilla). Mientras los más osados que se deslumbran con este clima poco usual en el país, pueden correr el riesgo de sufrir mal de páramo y enturbiar el viaje.



Entre cactus, cardones, cujíes, arbustos y frailejones se desliza silenciosa la carretera trasandina. A los lados corre, por las faldas de la montaña, el agua embravecida de algún río montañoso. De cortos recorridos y de imposible navegación, la toponimia de estos caudales rebota contra los riscos de las riveras: mocotíes, albarregas, mucujún, chama, motatán, escalante, torondoy... ellos custodian los pasos andariegos que se fascinan con este bramar de aguas incesante y sonoro.


Mérida, capital del estado homónimo, ciudad de los caballeros, recibe cordial y agradecida. Numerosos sitios le han ganado su fama turística por excelencia: en su casco central se encuentra la catedral, cuya construcción emula la de Toledo, en España; así como otras edificaciones de interés: el rectorado de la ULA y el centro cultural Tulio Febres Cordero. Con la magnífica vegetación que la rodea es indispensable visitar sus parques como el zoológico Los Chorros de Milla, el Jardín Botánico en La Hechicera, o el muy conocido parque Beethoven con su reloj musical, que deja sonar melodías del compositor alemán. También vale la pena visitar el mercado municipal y la plaza de las Heroínas, adyacente a la estación del Teleférico más alto y largo del mundo.

Cuatro destinos imperdibles
San Rafael de Mucuchíes. A 55 kilómetros de Mérida, se encuentra este poblado que con 3.122 m.s.n.m es uno de los más altos del país. Enclavado entre montañas, desde sus callecitas estrechas se pueden ver los cultivos que salpican de verdes diversos las laderas de los cerros. La edificación de mayor importancia es la iglesia de piedra del artista plástico Juan Félix Sánchez (1900-1997). Combinaciones de distintos tipos de piedras encajan a la perfección en esta pequeña capilla de interior reducido y dedicada a la virgen de la Coromoto, patrona de Venezuela. En la entrada hay un pequeño jardín repleto de flores de colores, y se dice que es la obra maestra del artista singular que hizo de El Tisure un lugar encantado por la magia de su arte.

La laguna Negra. Para llegar a esta magnífica laguna se debe partir desde la de Mucubají. Tomando la vía desde Apartaderos con dirección a Santo Domingo se accede al parque nacional Sierra Nevada. Se ubica la entrada a la laguna y desde allí se camina por cerca de 10 minutos hasta encontrarla. Desde este punto se puede ir a pie a la Laguna Negra (son cerca de tres horas de caminata, ida y vuelta) o con caballo. Adentrarse en el páramo hasta la laguna Negra es una experiencia que acerca al viajero a la fascinante naturaleza de alta montaña. Muchas veces una neblina espesa se posa sobre el espejo de aguas. Otras, el sol brilla en el cielo despejado y el viento forma ondas y reflejos en la superficie, cuya oscura profundidad inspira su nombre.

Jají. Con 1.780 m.s.n.m, Jají es uno de los pueblos más antiguos del estado: fue fundado en 1580; posteriormente fue despoblado y refundado en 1610 como San Miguel de Jají. Su topografía de calles empinadísimas hacen peculiar a este poblado agrícola, cuyas bondades turísticas se han enfatizado en los últimos años. Alrededor de la plaza Bolívar se han restaurado las casas de bahareque y techos de tejas. Pintadas de blanco con bordes en azul marino, viejos ventanales y puertas de madera oscura, estas casonas destacan por la uniformidad del conjunto. Frente a la plaza está la iglesia dedicada a San Miguel Arcángel. Recorrer el pueblo por sus enormes aceras permite encontrar restaurantes de gastronomía tradicional, negocios de dulces típicos, abrillantados o de fresas con crema, así como otros de artesanía con esculturas en madera y textiles.

Los Nevados. A 3.000 m.s.n.m, en las profundidades de las montañas se halla este pequeño reducto de civilización, conformado por 10 aldeas. Una de las formas de llegar es con mula, desde la estación Loma Redonda del Teleférico; o a pie, para los deportistas extremos. Otra posibilidad es subir en vehículos 4 x 4, saliendo desde Mérida con dirección a Plan El Morro. Si se toma el trayecto desde Loma Redonda, en la sierra Nevada, se arribará al pueblo luego de unas cuatro horas. El camino angosto, flanqueado por los cerros soberbios, con el rumor del viento como compañía y la respiración de los aventureros perdida en el eco de las altitudes será una experiencia inolvidable. A pesar de su aislamiento aquí existen posibilidades de hospedaje y de comida a precios módicos, tanto en posadas como en las casas de los lugareños. Muchos de sus habitantes, que llegan a ser apenas 2.000, no viven en el centro sino en los alrededores. En el casco central se ubica su minúscula plaza, una iglesia y después de algunas curvas el caserío se deja ver breve pero imponente entre los verdes que alucinan. Las casitas de tejas y bahareque reposan sobre la calle de piedra mientras la presencia inalterable del pico San Pedro sentencia que se está en el pleno corazón de los Andes.



(Artículo publicado en la revista Aserca Report. Año 2008).

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